Pero… ¿qué pasa desde tu propio punto de vista? ¿No cabe la posibilidad de que el mundo esté dando vueltas, mientras tú estás inmóvil?
De ser así, podríamos concluir que tu identidad verdadera es más divina que humana.
Veamos si esto cierto. Ponte de pie, apunta a tu no-rostro –el lugar donde los demás ven tu cara- y, durante unos momentos, empieza a girar lentamente sobre ti mismo. (Detente si ves que te mareas.)
Detrás de tu mano, verás el mundo girando, pero ¿detectas algún tipo de movimiento en el lugar al que estás apuntando con el dedo?
Puedes darte cuenta de tu centro inamovible, tu divinidad interior, en cualquier ocasión: caminado por la calle (las casas se mueve mientas tu permaneces estático), montando en bici o conduciendo…
En el centro de todo el ajetreo de la vida, hay quietud y, al percatarnos de ella, nos sentimos relajados. Esta capacidad consciente e inamovible es incapaz de sentir estrés alguno. Aquí no hay nada que tensar, incluso en las situaciones más difíciles (La capacidad no puede verse afectada por el estrés). Aquí puedes estar tranquilo, estás en un lugar más estable que la propia Tierra.
Date cuenta de esta quietud en tu día día. Disfruta de esta paz interior, estés donde estés.
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Citas Comentarios sobre este experimento
El hombre exterior es la puerta en vaivén, el hombre interior es la bisagra inamovible. EckhartAquél que afirma que el Tathagata va y viene, que se sienta o tumba, no ha entendido el significado de mis enseñanzas. Sutra del Diamante
El Qutb (mástil) es aquél que da vueltas sobre sí mismo mientras ve a su alrededor la revolución de las esferas celestiales. Rumi
Al cruzar el puente, veo que el que fluye no es el agua, sino el puente. Refrán Zen.
Anteriormente, yo caminaba alrededor del Kaaba. Cuando vi a Dios, vi que el Kaaba caminaba alrededor di mí. Abu Al-Bistamo 870 D.C.
¿Por qué te has creído que eres un sujeto activo? Fíjate en cómo has llegado aquí. Saliste de casa en un carro, cogiste un tren, te bajaste en una estación, cogiste un carro hasta aquí y ahora estás en este Ashram. Si te pregunto, me dirás que ha viajado desde tu pueblo hasta aquí. ¿Crees que es verdad? ¿No es cierto que te has quedado dónde estás y que ha habido movimiento durante todo el camino? Igual que confundes ese movimiento con tu movimiento propio, lo confundes en otras actividades. Estos no son tus movimientos. Ramana Maharsi.
Cuando nos apresuramos, apresuramos hacia el tren, los árboles y las casas se quedan atrás. Pero el cielo estelado sobre la planicie vuelve volando sobre nuestros raíles. James Thomson
En el centro, dónde no hay nadie, es dónde se apaga esta luz… pues este Lugar es la quietud indivisible, la esencia de la inmovilidad... y es desde esta inmovilidad donde surge todo movimiento. Eckhart
Y todo espacio que el hombre contempla alrededor de su hogar
De pie en su propio tejado o en su jardín o montura
25 cúbitos de altura, este espacio es su universo:
Y en sus bordes nace y se pone el sol, las nubes se arrodillan
Para topar con la tierra plana y los mares en tal espacio ordenado:
El cielo estrellado no llega más allá, pero aquí se dobla y cae
Sobre todos los lados, y los dos polos giran sobre sus válvulas de oro;
Y cuando él mueve su hogar, los cielos se mueven con él
Allá dónde vaya, y todas sus aldeas le añorarán.
Esos son los espacios llamados Tierra, y tal es su dimensión.
William Blake
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Desde entonces, ver se ha convertido en algo bastante menos intenso, pero sigue siendo constante. Tardé un poco en darme cuenta de que es el mundo, y no yo, el que se mueve. Ahora me parece tremebundo poder montar en bicicleta a través de esta hermosa ciudad, comprobando más allá de cualquier duda, que es Ámsterdam la que pasa a través de mí, mientras yo “soy” esta quietud inamovible. La manera en la que los objetos más próximos, como la carretea bajo mis pies, pasan rapidísimo, mientras que los más distantes, como los edificios o los árboles, flotan a través de mí con tal gracia, es un espectáculo del que no puedo cansarme. Éste, sin duda, se ha convertido en mi ejercicio preferido. J.R. Holanda
Hicimos el experimento en el que te apuntas a ti mismo y das vueltas sobre tu propio eje. Esto me recordó mucho a algo que me pasa con el Aikido (un arte marcial). Practico aikido dos o tres veces por semana y hay veces que me topo con ciertas dificultades. La primera es que, al entrenar en grupo, siento cierto temor cada vez que alguien me “ataca”. Me tenso mucho y eso me impide llevar a cabo las técnicas necesarias para afrontar estos ataques. El segundo problema es que, a veces, me mareo, dado que la práctica de Aikido supone mucho movimiento. Todos estos problemas desaparecen por completo cuando me acuerdo de que soy el Vacío. Cuando alguien me ataca, me siento relajado porque sé que aquí no hay nadie para recibir el ataque. Cuando tengo que dar vueltas, ya no me siento mareado porque aquí no hay nadie que pueda marearse… es más, sólo hay un quietud dentro de la cual el mundo da vueltas, pero yo no. M. Bélgica.
De vuelta a casa, conduciendo la furgoneta por las calles de la ciudad, me fijo en el tráfico y en los semáforos. De ahí salgo a otra carretera y de ahí a la autopista. Aquí no hay farolas y, dada la hora, tampoco hay mucho tráfico. Me desplazo con tranquilidad viendo las rayas blancas ir y venir, transitando por el escenario iluminado por mis faros.
No veo nada acercándose por el otro lado. Quizás me equivoque, pero estoy concentrado en la carretera oscura que hay por delante del alcance de mis faros. Tengo la mente en “piloto automático”. La luz tenue que emite el salpicadero me relaja los ojos y dota de luminiscencia a mis manos posadas sobre el volante. El resto de la furgoneta adquiere un tinte oscuro y aterciopelado.
Conducir por un trecho relativamente recto de autopista, no requiere demasiada concentración ni movimiento y me siento relajado. Poco a poco mi manera de percibir mis manos cambia, me siento algo desasociado de ellas, ¡como si fueran de otra persona!
La quietud de mi ser contrasta con la hipnótica velocidad evidente en la carretera, con las imágenes que llegan al haz de luz y se dispersan para fluir mi alrededor y, finalmente, desaparecer. No tengo concepto de mi cuerpo, tan sólo de mis manos. Sólo existo “yo”. Mirando. Como si viera el mundo a través de una ventana tridimensional, protegido del entorno que hay afuera…Un observador. Yo soy la quietud y mi conciencia mira hacia afuera.
Ahí está… mi intento de describir una experiencia particular que asocio con “vivir sin cabeza”. I.K- GBR.
Columpios.
Los columpios son diver
Los columpios son gratis
Los columpios suben alto
Los columpios bajan bajo
Los columpios suben alto
Pero yo no.
Rosemary. Siete años de edad.
Estaba haciendo footing esta mañana y decidí andar un poco marcha atrás para ver un precioso amanecer aquí en los Alpes. De repente, ¡qué sorpresa! (Bueno, quizás no tanto para los que lleváis “viendo” mucho tiempo, ¡pero para mí sí!). Me di cuenta de que la carretera flotaba hacia afuera desde aquí. Veía como el espacio que hay aquí daba lugar a las colinas de ahí, a las montañas, al sol… lo creativo que es este espacio y lo, lo.. ¡INCREÍBLE! S.C. Alemania.
Continua con otro experimento.
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