Introducción general por D.E.Harding
El objetivo del taller es que cada participante lleve su atención a lo que él es para sí mismo en su propia experiencia inmediata. En otras palabras, que mire al punto desde donde parte su observación, que es donde siempre ha estado, ver lo que es ser la primera persona del presente del singular. En el lenguaje tradicional, el objetivo es que debería ver claramente su inmutable naturaleza original.
La idea básica del taller es descubrir quiénes somos mientras ponemos a prueba de forma activa ciertos experimentos, en vez de guiarnos por lo que hemos leído o por lo que nos han contado. Experimentación es el nombre del juego. Y es más fácil hacer descubrimientos y probar cosas en un grupo que individualmente (1) porque la mayor parte de los experimentos implican en cierto modo un número de personas, (2) porque los miembros del grupo se estimulan y animan los unos a los otros haciendo así descubrimientos conjuntos, (3) porque es mucho más fácil concentrarse durante una hora o dos en un grupo que sobre uno mismo, y - no por eso menos importante - (4) porque es más divertido. Un taller Mira-por-ti mismo es bastante improvisado e impredecible. Se anima a todo el mundo a participar y cualquier cosa puede suceder, así que es un acontecimiento activo donde no es probable que nadie se duerma. Y, si el taller funciona - cosa que casi siempre hace - nadie se quedará sin ver su verdadera naturaleza. Puede que alguno esté poco dispuesto a hacerlo, pero ser incapaz de ello nunca.
Tiene que haber un guía, desde luego. Su trabajo no es de ningún modo imponer un programa, sino más bien impedir que los participantes se pierdan o se extravíen demasiado respecto al propósito del taller, como hemos indicado arriba. Sin embargo, es importante que ninguna persona dirija el taller: cualquier veedor de su verdadera naturaleza está cualificado para el trabajo, y no sólo unos cuantos elegidos.
Durante el pasado medio siglo se ha elaborado un amplio repertorio de experimentos. Ya que todos ellos han sido diseñados con el único propósito de apuntar a nuestra naturaleza original, no es necesario hacerlos todos. Cualquiera de ellos es suficiente. Por otra parte, ya que los temperamentos de las personas son tan diferentes, cada taller, sin importar su duración, contiene un número determinado de experimentos, así a cada participante le toca decidir y averiguar cual de ellos se adapta mejor a su personalidad. De este modo se atiende a diferentes clases de temperamentos. Además, cada acercamiento a nuestra naturaleza central confirma y refuerza la de los otros. Llegar a esa experiencia esencial desde diversas direcciones no añade nada a la experiencia, pero sí enfatiza su accesibilidad, dejándonos sin ninguna excusa para evitar más la verdad fundamental sobre nosotros mismos.
Dos ejemplos ilustrarán la clase de experimentos que se llevan a cabo en un taller.
El guía del taller pone una pegatina coloreada - que puede ser roja, verde, amarilla o azul - en la frente de cada participante. Mientras esta persona va poniendo las pegatinas, se les pide a los participantes que cierren momentáneamente los ojos. Una vez finalizado el proceso pueden abrir los ojos de nuevo. Está prohibido mirarse en un espejo o preguntar a los demás por el color que uno lleva puesto, o decirle a los otros el color que tienen. Entonces se le pide al grupo que se organice en cuatro subgrupos - que todos los que llevan la pegatina roja vayan a una esquina de la habitación, que los que llevan la verde vayan a la otra y así sucesivamente - y que para llevar a cabo esta clasificación, los participantes pueden comportarse como quieran, con tal de que sigan las reglas antes establecidas.
Lo que normalmente sucede es que algunos da vueltas fútilmente intentando averiguar su color, mientras que otros - completamente desconcertados - simplemente se rinden. Hasta que alguien tiene una idea brillante que pone rápidamente en funcionamiento, formando así los cuatros subgrupos, con lo cual por fin todo el mundo está debidamente clasificado.
La triple lección de este experimento es que, por uno mismo, uno es absolutamente inclasificable. Tú contienes y registras todos los grupos sin pertenecer a ninguno, y para clasificarte y colocarte en un grupo determinado los demás tienen que hacerlo por ti.
Puedes leer y releer las escrituras, que insisten en que tú estás vacío, hasta que te las sepas de memoria, o puedes sentarte por siempre en la postura de loto, o los maestros te dirán que intrínsecamente estás vacío de cualidades, puedes sinceramente creer que esto es así, en meditación puedes de vez en cuando sentirlo. Pero es como si nada, no da resultados. Sin embargo ahora caes en la cuenta, mientras permaneces allí completamente vacío y desorientado en el taller, eres una nada o no-cosa esperando que sea recogida e incluida en uno de los cuatro grupos. Ahora no hay ningún escape a tu verdadera identidad ya que eres el Clasificador Inclasificable. O, si lo prefieres, el Nuevo Adam.
Un miembro del taller suscitó la siguiente objeción: "De acuerdo, puedo ver que soy una no-cosa o nada. Pero esto podría ser una impresión subjetiva. También relevante, quizás más todavía, es lo que soy para los otros. ¿Por qué no debería guiarme por la impresión que tienen de mí?
"¿Por qué no?", dice el guía, estoy de acuerdo. "Pero, ¿cuáles son exactamente las impresiones que tienen de ti?, pregunta. Entonces el guía coloca a la persona del taller que hizo la pregunta en un extremo de la habitación, mientras que él se sitúa en el extremo opuesto, sujetando el visor de una cámara o simplemente una hoja de papel con un agujero en el medio. Entonces el guía procede a describir la perspectiva o visión que tiene de la persona situada en la esquina opuesta - a unos 6 metros de distancia la vista obtenida es la de un hombre. Pero hay otras vistas del sujeto en cuestión, que tienen que ser tomadas en cuenta, otras apariencias que ser exploradas, a otras distancias. A unos 3 metros de distancia, digamos, la visión que tiene el guía del taller de esa persona es la de una mitad de hombre, digamos de cintura para arriba. Según se va acercando cada vez más, la visión que tiene es la de una cabeza, más cerca todavía es la de una ceja o una nariz o una boca, si sigue acercándose más todavía verá una pequeña área de la piel y más tarde una imagen ya borrosa. Y finalmente, en el punto de contacto, nada en absoluto.
Lo cual concuerda y confirma la propia visión central que tenía la persona que hizo la pregunta. Y así, al final, lo objetivo y subjetivo concuerdan. La historia de las otras personas y la historia interior encajan perfectamente.
Pero uno puede preguntarse, ¿por qué tomarse la molestia de llevar a cabo el taller, cuando ya debería quedar lo suficientemente claro? - el hecho es que cuando uno se acerca directamente a algo, uno descubre muchas más cosas y al final ¿nada en absoluto?
Una amiga mía me dijo una vez: "Durante tres años o más esta idea - de que una "cosa" es un nido de apariencias regionales circundantes a la realidad central, que es vacío - había sido algo familiar y bastante obvio para mí. Creía que lo había comprendido del todo, y tanto más porque mi trabajo en un laboratorio biológico implica el uso diario de un microscopio electrónico. Pero fue sólo cuando realmente tomé parte en el experimento de pelar La Cebolla cuando me di cuenta del significado, fue como un sablazo, llegué a ser ese vacío."
Por cierto, esa amiga es ahora una guía experimentada de los talleres Mira-por- ti mismo.
Estos dos experimentos elegidos al azar de entre los veinte o más experimentos que hasta ahora han sido ideados, algunos de los cuales cuentan o dependen de otros sentidos y no sólo de la vista, son suficientes para darte una idea de la clase de cosas que suceden en un taller de este tipo.
Con una experiencia en diecinueve países durante los últimos cuarenta años, dirigiendo talleres que van desde una hora de duración hasta una semana y variando su número de participantes entre dos o tres personas o hasta dos mil y más, una cosa queda clara. El participante interesado se dará cuenta del propósito de taller y verá, aunque sea de forma breve y provisional, su verdadera naturaleza. Lo que haga después con esta Visión, si continuará con ella hasta que llegue a ser bastante constante y natural y por lo tanto completamente operativa, es por supuesto otra historia. A primera vista las posibilidades de que lo haga son pocas. Por otra parte, es seguro que su destello de comprensión en la verdad básica sobre sí mismo puede ser de sobra, e incluso si ni siquiera soñara con practicarla, no podrá deshacerse o librarse de una visión que es esencialmente intemporal y eterna. Antes o temprano descubrirá que por encima de todas las cosas, necesita reactivar su propio descubrimiento de primera mano del Reino, del poder y la gloria que yace dentro de él.
Has buscado y mirado por ti mismo y has encontrado un tesoro. ¡Mi más cordial enhorabuena! Sigue disfrutando de esta visión en la vida ordinaria hasta que sea constante (practicada sin perseverancia es mucho menos efectiva) - hasta que llegue a ser completamente natural - y todo el resto será añadido.
Uno de los modos más agradables y eficaces de cultivar tu propia visión es compartirla con los demás. Puedes hacerlo fácilmente llevando a cabo alguno de los experimentos con otras personas. Es decir, poniendo en marcha un taller (otra palabra engañosa, pero dime una mejor) con uno o más amigos. Y si piensas que no estás preparado para comunicar lo que todavía no has dominado, tranquilízate con esta historia real de mi amigo Pierre.
Pierre, que había estado practicando zazen (meditación sentada) durante años, se presentó en un taller, pero no surtió ningún efecto en él. Esto es probable que pase cuando, debido a un fuerte pasado de compromisos de cualquier clase, la mente del participante, en vez de estar abierta, se obstruye con expectativas. Sin embargo, Pierre estaba lo suficientemente intrigado, así que cuando acabó el taller le conté a su mujer lo que había pasado. Tras lo cual ella vio inmediatamente lo que él había fracasado en ver, ¡y a cambio ella se lo mostró! Por fin vio lo que había estado buscando durante todo este tiempo de meditación sentada; su vida cambió dramáticamente. Desde entonces Pierre ha estado compartiendo su visión con numerosos amigos.
La verdad es que es imposible comunicar parte del tesoro o hacer una versión de él. Es una transacción de todo o nada. ¿Puedes imaginar otra cosa que hagas tan bien, si es que haces alguna mínimamente? y ¿puedes pensar en el regalo más perfecto que puedas dar a tus amigos - o para el mundo que lo necesita tan desesperadamente - que este regalo de regalos que eres capaz de ofrecer ahora por completo?